Guión: Mike Carey.
Dibujo: Elena Casagrande.
Páginas: 112.
Precio: 12,95 euros.
Presentación: Rústica.
Publicación: Mayo 2014.
Policías contra supervillanos. Esa viene a ser la propuesta de Mike Carey en Riesgo suicida, aunque poco tenga que ver su desarrollo con el primer título que puede venir a la mente con ese planteamiento, el de la Gotham Central de Ed Brubaker y Greg Rucka. Porque aquí los superpoders sí vienen a cobrar un papel esencial en el desarrollo de una trama mucho más de acción que de intriga, algo que resulta evidente ya desde la primera escena. Siendo siempre un tebeo muy entretenido que probablemente no tenga más pretensiones dentro del sobrecargado mercado del cómic de superhéroes, quizá lo más chocante es que la propia premisa cambia muy pronto para que la contienda entre esos dos bandos sea más igualada de lo que se ve en ese combate inicial. Deja de ser un mundo en el que los supervillanos sobrepasan con mucho el número de los héroes y hacen imposible el trabajo de la policía para convertirse en un relato sobre la venganza y sus límites. Como el entretenimiento no cesa, en realidad no hay mucho motivo para quejarse, pero sí que es verdad que la serie, en su arranque, deja con las ganas de saber cómo habría sido de haber mantenido la premisa inicial al menos durante algún números más.
La idea de Carey es no dar respiro al lector, y si el ritmo elevado y frenético de la historia ya es evidente desde el principio, esto queda mucho más claro al final del primero de los cuatro números que contiene este recopilatorio. En realidad, la sorpresa y el continuo cambio de escenario viene a ser lo que define Riesgo suicida, con lo que poco a poco se va convirtiendo en un relato que habla más de los límites de la venganza (¿qué está dispuesto a hacer un policía normal para hacer frente a la amenaza que supone un exceso de criminales con poderes y qué castigo está dispuesto a infringirles si cuenta con los medios para ello?) que de la superpoblación de villanos. No es, por tanto, una serie de superhéroes al uso, ni siquiera una de las muchas que buscan venderse como una actualización del género más o menos rompedora. Es un entrenitemiento. Y, entrando en su juego, uno muy bueno. Es fácil entrar en el juego de Carey y empatizar con Leo Winters, el policía protagonista. Es muy sencillo comprender la vida familiar que tiene y también lo duro que es su trabajo. Y es divertido observar a sus oponentes, sus poderes y su arrogancia.
Llama la atención que en una serie que quiere apostar por el espectáculo, apenas haya dos splash pages en estos cuatro números iniciales. La italiana Elena Casagrande apuesta por una narración más fluida, más completa y más detallada, en la que lo que destaca es la historia (porque desde el dibujo se tienen las mismas posibilidades de narrar que desde la palabra) que las grandes viñetas o un uso de superpoderes que marque una diferencia. Casagrande, en realidad como Carey, se queda más con los personajes que con los necesarios artificios que les rodean. Se agradece esa contención porque habría sido muy fácil sucumbir a una forma más convencional de hacer un cómic de superhéroes, y eso es, en realidad, lo que atrae de Riesgo suicida. Es verdad que, por el tipo de historia que es, cuatro números no parecen suficientes como para hacer un juicio rotundo sobre la serie, que mezcla elementos de enorme atractivo con otros que, en tan poco tiempo, no terminan de despegar. Pero Carey sabe contar una historia y Casagrande demuestra que acepta el reto con notable acierto. El elevado ritmo de la historia hace el resto para que este primer volumen convenza y entretenga sin reservas.
El volumen incluye los cuatro primeros números de Suicide Risk, publicados originalmente por Boom! Studios entre marzo y agosto de 2013. El único contenido extra del libro es una galería de portadas originales y alternativas ilustradas por Tommy Lee Edwards, Stephanie Hans, Trevor Hairsine, Joëlle Jones, Dan Panosian, Kris Anka y Garry Brown.