‘Mortadelo y Filemón. La litrona… ¡vaya mona!’, de Francisco Ibáñez

Editorial: Ediciones B.

Guión: Francisco Ibáñez.

Dibujo: Francisco Ibáñez.

Páginas: 48.

Precio: 4 euros.

Presentación: Rústica.

Publicación: Junio 2014.

Qué bien sienta de vez en cuando una buena entrega de Mortadelo y Filemón. Da igual que el humor sea el de toda la vida (no hay que olvidar que los personajes nacieron nada menos que en 1958), y que Francisco Ibáñez explote una y otra vez fórmulas similares para llevar adelante las aventuras de los agentes secretos más famosos del tebeo español, porque siempre funciona. La clave hay que encontrarla en el indiscutible carisma de los personajes, protagonistas y secundarios por igual, y en que Ibáñez consigue anclar sus historias en la actualidad. La litrona… ¡vaya mona! se acerca, de la particular manera de Ibáñez, al problema del botellón. Es verdad que lo hace más como excusa que como fondo y que se echa de menos en las páginas interiores que el autor explote esa idea que centra la portada, la de un Mortadelo borracho y desatado, pero el tebeo es igualmente divertido. Como siempre, en realidad, porque esta nueva entrega de sus aventuras demuestra que Mortadelo y Filemón son dos personajes que nunca pasarán de moda y que forman parte de los recuerdos de incontables generaciones de chavales. Y que así siga siendo por muchos años.

Como en otras historias de Mortadelo y Filemón, Ibáñez arranca con un desternillante repaso histórico del tema escogido, en este caso, y siguiendo el término que él mismo utiliza, la cogorza. A continuación, los dos agentes reciben el encargo del Súper, después de algún que otro gag con Ofelia como protagonista. Y después de todo este ritual al que ya nos tiene acostumbrados el autor, empieza de verdad la historia propiamente dicha. Ibáñez no necesita sorprender para entretener. Y es que con Mortadelo y Filemón ofrece exactamente eso, a Mortadelo y Filemón, sus disputas, sus cabreos, sus buenas intenciones siempre frustradas, sus meteduras de pata, sus disfraces… Por eso sigue siendo divertidísimo leer este tebeo, siendo totalmente indiferente la edad del lector. Ibáñez quiere hacer un tebeo sin edad y por eso no se adentra más en el tema que le sirve de excusa. Alguna que otra delirante viñeta llena de adolescentes bebiendo y escenas con alguno de ellos demostrando una incultura verbal importante son los únicos resquicios que hay para la crítica social en La litrona… ¡vaya mona!

De hecho, durante bastantes secuencias el centro de la historia se desplaza, el alcoholismo juvenil del botellón pasa a un segundo plano y cobran protagonismo alocados inventos y brutos con los que se las tienen los agentes de la T.I.A. El de Ibáñez, y por extensión el de Mortadelo y Filemón, es un estilo tan definido, que no hacen falta grandes sorpresas para convencer. Ibáñez es un maestro del gag visual, su dominio es absoluto y por eso la fórmula está lejos de agotarse. Como siempre, los puntos fuertes están en los inagotables y variopintos disfraces de Mortadelo, pero es inevitable fijarse también en esos grupos de jóvenes borrachos que decoran algunas viñetas. Y, claro está, hay que destacar las caricaturas ancladas en la realidad, en especial esa tronchante alusión al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Son esos pequeños detalles que siempre es tan divertido buscar en los dibujos de Ibáñez mientras que la historia provoca una risa tras otra. Mortadelo y Filemón siguen en plena forma y, por supuesto, Ibáñez también. Y como siempre, ofreciendo un tebeo para todas las edades.

Ediciones B reedita La litrona… ¡vaya mona! en el número 198 de la colección Olé. Previamente, en octubre de 2013, la había publicado como el número 159 de la colección Magos del humor.