Director: Kenneth Branagh.
Reparto: Chris Hemsworth, Natalie Portman, Tom Hiddleston, Stellan Skarsgård, Colm Feore, Anthony Hopkins, Rene Russo, Idris Elba, Jamie Alexander.
Guión: Ashley Edward Miller, Mark Stentz y Don Payne.
Música: Patrick Doyle.
Duración: 114 minutos.
Distribuidora: Paramount.
Estreno: 6 de mayo de 2011 (Estados Unidos) y 29 de abril de 2011 (España).
Una de las películas que más dudas suscitó de la primera fase de Marvel, la previa al estreno de Los Vengadores, fue Thor. Es fácil entender lo complejo que es llevar a la gran pantalla la historia de unos dioses con armadura, puesto que el lenguaje que utilizan es más asumible en el cómic que en el cine y su recargado aspecto es también más sencillo de elaborar en una viñeta que en un fotograma. Pero Thor salió más que airosa del reto. Asumiendo la disparidad de criterios que están provocando estas adaptaciones entre críticos y aficionados, hay un consenso general en que ésta no forma parte de los mejores títulos de superhéroes Marvel de los últimos años, pero ni mucho menos está entre las peores y está muy lejos del fiasco que algunos esperaban que iba a ser. Kenneth Branagh, la sorprendente elección para dirigirla, supo conjugar sus raíces artísticas shakespearianas (unas que a priori sientan formidablemente bien a los dioses de Asgard) con el espectáculo Marvel que se esperaba, todo ello con un diseño de producción que finalmente luce lujoso y nada ridículo y con un reparto más que adecuado en el que sobresale el aspecto de Chris Hemsworth como Thor y la sibilina y brillante interpretación que Tom Hiddleston hace de Loki.
Los aciertos de la película se ven, además, desde el principio. Asgard y Jotunheim, los dos de los nueve reinos de fantasía en los que se asienta el mundo de Thor, contienen las mejores escenas del filme. Es ahí donde se ven tres aspectos fundamentales de esta adaptación. Por un lado, el espléndido diseño de producción y sus buenos efectos visuales, aunque el 3D limite en ocasiones la brillante paleta de colores que se utiliza en ambos, luminosa en el caso de Asgard y oscura y fría en el de Jotunheim. Por otro, una acción más que atractiva, que muestra a un Branagh desconocido, superando con nota el reto de asumir una gran superproducción de efectos especiales que no tenía precdedentes en su carrera como director. Y finalmente, la buena descripción de los personajes protagonistas, de Thor y de Loki, con una dinámica entre hermanos más que atractiva, con el primogénito de Odín siendo un dios arrogante y pendenciero, aunque bravo y heroico, y con su hermanastro como manipulador y vengativo. Y ahí es donde entran en juego los aciertos del reparto, pues el más limitado Hemsworth y el más versátil Hiddleston se meten en la piel de sus personajes con absoluta brillantez.
Es verdad que, en ese sentido, hay que hablar más de Loki que de Thor. Los villanos suelen llevarse muchos elogios en las adaptaciones de cómic y en este caso son más que merecidos. La brillantez de Hiddleston, de hecho, se prolongó después en Los Vengadores y en la secuela de Thor, El mundo oscuro (aquí, su crítica). Pero no son los únicos que encajan. Anthony Hopkins y Rene Russo son unos espléndidos Odín y Frigga, mientras que el brevísimo papel de Jamie Alexander como Lady Sif, junto a los Tres Guerreros, apenas deja entrever las enormes y todavía no aprovechadas posibilidades de crear una película sólida con un buen personaje femenino. Natalie Portman, en cambio, anda más perdida. Su Jane Foster no termina de ser el anclaje emocional que debía ser y la actriz se muestra algo perdida entre los efectos especiales, algo que ya le sucedió en buena parte de la nueva trilogía de Star Wars, donde su talento se vio con cuentagotas. Para la polémica, o al menos para el debate divertido, queda la presencia de Idris Elba como Heimdall. Majestuoso, sin duda, pero resulta complicado aceptar más que como parte de una diversidad impuesta y artificial que haya un dios nórdico de piel negra.
Todo lo bueno que Thor tiene en sus mundos de fantasía se diluye notablemente en las escenas que tienen lugar en la Tierra. Y ese bajón se nota prácticamente en todo. El humor, no siempre acertado, gana la partida a la acción. Los personajes más prescindibles son los que adoptan ahí más protagonismo y las explicaciones científicas le quitan algo de magia al conjunto. Para colmo, el clímax en suelo norteamericano, a pesar de la espectacular presencia del Destructor (uno de los pocos personajes de cómic que funcionan a la perfección teniendo un aspecto completamente idéntico al de las mejores versiones en el cómic), está lejísimos de los méritos visuales que tenía el arranque de la película y la espléndida batalla con los Gigantes de Hielo. A pesar de estas flaquezas, Thor acaba siendo una muy atractiva película de aventuras mitológicas en cuyo argumento participó J. Michael Straczynski, una digna predecesora de Los Vengadores y una amable puerta de entrada a la mitología del Dios del Trueno de Marvel. Como casi siempre en las películas basadas en estos personajes, hay que estar además atento a dos momentos. Por un lado, el siempre agradecido cameo de Stan Lee. Por otro, la escena posterior a los créditos, que es un enganche directo con Los Vengadores.