Guión: Paul Jenkins.
Dibujo: Carlos Magno.
Páginas: 128.
Precio: 13,95 euros.
Presentación: Rústica.
Publicación: Febrero 2014.
Es bastante improbable que cualquier aficionado al cómic de superhéroes no haya oído hablar de las Secret Wars, serie limitada que supuso en los años 80 la mayor reunión de héroes y villanos Marvel, aislados en un mundo en el que debían pelear para conseguir un poder absoluto. Pues bien, Deathmatch es una original perversión de aquella idea. Richard Jenkins coge el espíritu de las Secret Wars y lo retuerce para su propio mundo de superhéroes. Jenkins les coloca en una prisión, sometidos a un poder desconocido en su arranque y que les obliga a luchar entre ellos hasta la muerte, en una perversa competición. Es una historia de superhéroes, con todo lo que eso conlleva y con la dificultad añadida de buscar el carisma en el estereotipo por usar personajes nuevos, pero también es mucho más que eso, porque supone una divertida y dramática forma de estirar los límites del género, conducida de una forma inteligente en la que lo importante es la historia y no tanto los combates. El buen dibujo del brasileño Carlos Magno no tiene por qué recrearse, aunque lo haga en algunos momentos, en las secuencias más violentas, porque lo importante es la intriga, el misterio, la historia que hay detrás de estos combates a muerte.
Jenkins no puede arrancar mejor su historia. Benny Boatright, un superhéroe conocido como Dragonfly, acaba de asesinar a otro superhéroe. Y si este hecho es dramático, lo es mucho más cuando descubrimos que es un héroe que se ha marcado como norma ética irrompible no cobrarse nunca una vida. El mensaje es evidente: las reglas del juego han cambiado incluso para los héroes más rectos. A partir de ahí, todo va cobrando un interés mayor, al mismo ritmo que se van conociendo las normas de esta prisión y los personajes se desarrollan. El principal mérito del trabajo de Jenkins es que, en estos cuatro primeros números, la intensidad se marca cada vez más, los elementos que dispone sobre el tablero son cada vez más intrigantes y la historia, en definitiva, no para de crecer. Si lo consigue es porque no deja que el misterio sea su única guía. De haber seguido ese camino, intuir qué está sucediendo o la misma revelación cuando se produzca (algo que no sucede en este primer volumen) restaría éxito a la experiencia. Pero todo parece diferente y mucho más conseguido si se acompaña, como es el caso, de unos personajes atractivos que se van construyendo poco a poco y que en algún que otro caso se inspiran claramente en héroes muy conocidos de otras editoriales.
Por momentos, además de ser una retorcida versión de las Secret Wars, también se nota el impulso de la ficción popular que ejemplifica a la perfección una serie como Perdidos. Pero Deathmacth necesita una espectacularidad mayor que estos dos referentes. Carlos Magno, ilustrador de este título así lo entiende y acierta primero con atractivos diseños de los héroes y los escenarios que aparecen en la historia y después con una muy buena interpretación de los combates entre ellos, sin rehuir los momentos más violentos que necesita un relato de estas características ya desde su mismo título y sin que eso entorpezca el desarrollo narrativo. Jenkins y Magno ofrecen un placer prohibido que no podrían ofrecer en una de las grandes editoriales. Ver a los héroes matándose entre sí, y sometidos por un poder superior hasta el punto de verse indefensos es un placer culpable para cualquier lector del género. Entre que el acabado es espectacular y que este primer volumen Deathmatch deja el relato en un importante cliffhanger, no hacen más que multiplicarse las razones para seguir disfrutando de la historia. La pregunta es si seguirá creciendo. Porque si lo hace, estamos ante un título escandalosamente entretenido con una propuesta muy sugerente.
El libro incluye los cuatro primeros números de Deathmatch, publicados por Boom! entre octubre de 2012 y enero de 2013. La editorial recopiló originalmente estos números en un volumen editado en febrero de 2013. La edición española incluye una galería con todas las portadas originales y alternativas, ilustradas por Whilce Portacio, Trevor Hairsine, Carlos Magno, Dan Panosian, V Ken Marion, Tom Derenick, Frazer Irving y Jung-Geun Yoon, además de un cuadro con los enfrentamientos del torneo que narra la historia y una pequeña biografía de 16 de los personajes protagonistas.